Despedida…






























Su mirada

atravesó mi corazón,

como el agua

hiende la piedra:

constante y silenciosa.


Me contemplaba,

con todo su ser,

su cuerpo entero

me miraba.


Y sus pupilas

mordían las mías,

sus labios, hundidos

por perlas blancas

en muda confidencia,


decían que me amaba.


Se me acercaba

con la piel desnuda

y su hermosa cabellera

me miraba, al danzar

con el viento y la lluvia,


en primavera.


Sus brazos

y sus manos

también se juntaron,

y me miraron.


Y como alas,

volaron hacia mí

y me envolvieron

en un abrazo:

cálido y tierno.


Y me mimaron,

y me dijeron

en un susurro:

“te quiero”.


Quédate conmigo

le dije y dijo no.

Solo pasaba

para decirte.


Adiós.


Apolo • 1122 • RD
Copyright © Todos los derechos reservados.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

En el mismo lugar...

Oda a la mariposa

Ciudad de barro