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Mostrando las entradas de julio, 2025

A Borges

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La tarde dominguera se vino bien temprano. La lluvia torrencial la trajo hasta mis manos; como un libro pluvial, me empapó la poesía. No pude renunciar a la melancolía, la estética, los versos, los textos más profundos. Regalo de los dioses de Olimpo a nuestro mundo: de la pluma de Borges, poeta entre poetas, el verbo que trasciende, la voz de lo inefable, un abismo sin fondo: Borges... inescrutable. Apolo • 1122 • RD Copyright © Todos los derechos reservados.

Al compositor Héctor Peña

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Con mucha admiración y respeto... Desde el corazón nos diste dulces y bellas canciones; bailar a todos pusiste y alegraste corazones. Con tu pluma alucinante a la vida le escribiste temas con tonos brillantes: ¡muy bien que te la luciste! Tantas historias ajenas que en tus manos se forjaron, miles temas corta venas que otros patrocinaron. Hoy interpretar te toca una historia un poco amarga. Mi deseo: que de tu boca ni tan solo un llanto salga, porque no te encuentras solo. Esta desventura es nueva, el Poderoso da todo al fiel que con fe la lleva. No sientas el abandono de los que debían estar; Dios siempre te tendrá un trono y a un buen rey en su lugar. Y será tu compañía. Él, solo nunca dejará al que permite su guía y aquel que a su lado está. Apolo • 1122 • RD / Copyright © Todos los derechos reservados.

Desde tus sienes a tu ombligo

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(Quiero) Quiero mirarme en el reflejo ausente de tus ojos, y dilatarme, camino a tus pupilas. Quiero llegar hasta tus todas partes, desde los bordes más distantes a tu otra orilla. Quiero navegar por el mar angosto de tu espalda, y tocar con mis manos cada poro del mar de tu piel; como un cefalópodo, jugar y camuflarme en ti, y dejarme llevar por el vórtice íntimo de tu amor. Quiero llegar a ti como un cardumen de burbujas, estrellarme contigo, de una en una, y estallar sutilmente, como besos suicidas, sobre las fauces dormidas en los corales de tu piel. Y divagar sin rumbo a tu abismal destino; disfrutar de camino tu arpegio alucinante de sirena, y ser el eco profundo que en tu oído resuena hasta en tu más agónica sordera. Quiero penetrar tu pensamiento críptico y moverme por dentro, ingrávido, en ti, desde el extremo izquierdo hasta el otro derecho de tus sienes. Y dormirme en la alfombra de tu sombra, y soñar con el dulce sonido de tu nombre, y sumergirme en la sima de tu ombligo, y...

De Sabines a Sabina o viceversa

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Dos poetas de un tiro… Los amorosos viajan sin destino, me tienes en tus manos, lo confieso. No es que muera de amor, soy peregrino de un verso que resuena en cada beso. Codiciada, prohibida, luna ausente, amor mío, mi amor… dolor sin cura. Tú tienes lo que busco: lo inocente de un alma que se ahoga en su ternura. De Sabines a Sabina va mi herida, de un —dímelo en la calle— o viceversa. Te quiero sin medida, lo niego todo, después de todo, ni esta boca es mía. Tus mentiras piadosas me encadenan, como física, química y poesía. Apolo • 1122 • RD Copyright  © Todos los derechos reservados.

El caminante negro

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A Benoit... Crónica poética de una marcha hacia el olvido. Dejó su estela de ilusiones en el mar más azul del continente. Su único equipaje era la incertidumbre, el sudor de su frente y miles sueños rotos, como gaviotas blancas posadas en su mente. Desató suavemente sus amarras y emprendió su aventura: abrazó el mar sin luna y quebrantó las olas con sus alas; entre aguas oscuras, con la corriente en contra, tras un mejor futuro, navegaba. Su brújula apuntaba hacia playas ajenas, colmado de esperanza, en busca de otra vida, de otros sueños, un poco más humanos, de peso más liviano, para aliviar su carga en este vuelo. Pero la vida no esperó, y junto con la muerte conspiró: se pusieron de acuerdo, le tendieron su trampa. La muerte, cual crupier que controla la jugada, escondía en su alma una apuesta misteriosa y arriesgada. Y perdió la cordura. Dejó de ser él mismo para siempre, y caminó cien leguas sin saber que el destino lo llevaba a reunirse con la muerte. Así nació la leyen...