¿Cuánto sabemos de la muerte?
Después de las cinco décadas, empiezas a calcular cada movimiento, cuando hace apenas diez años te arrojabas al precipicio sin paracaídas. Era normal: la juventud te lleva por el sendero de la aventura, el exceso, el alcohol desmedido y un montón de riesgos no calculados. Es que la juventud no espera la muerte; nadie cree que va a morirse joven, y es lo natural. La muerte siempre está al acecho: para vivir nacemos y para morir vivimos. Sabemos tanto de la vida, pero ¿cuánto sabemos de la muerte? La muerte, al igual que la vida, está por todas partes, pero nunca la vemos venir cuando somos jóvenes. Nunca vemos la muerte como una posibilidad y destruimos nuestras vidas malviviendo, porque es lo único que nos llevamos de esta tierra, decimos, y es entonces cuando la muerte llega y te sorprende. ¡Me llamaste! ¡Aquí estoy! ¡Reclamándote! La muerte no es justa ni injusta; es lo que es: es la muerte. Siempre dispuesta a hacer lo necesario para cumplir con su tarea. Su función es esencia...