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Mostrando las entradas de junio, 2025

¿Cuánto sabemos de la muerte?

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Después de las cinco décadas, empiezas a calcular cada movimiento, cuando hace apenas diez años te arrojabas al precipicio sin paracaídas. Era normal: la juventud te lleva por el sendero de la aventura, el exceso, el alcohol desmedido y un montón de riesgos no calculados. Es que la juventud no espera la muerte; nadie cree que va a morirse joven, y es lo natural. La muerte siempre está al acecho: para vivir nacemos y para morir vivimos. Sabemos tanto de la vida, pero ¿cuánto sabemos de la muerte? La muerte, al igual que la vida, está por todas partes, pero nunca la vemos venir cuando somos jóvenes. Nunca vemos la muerte como una posibilidad y destruimos nuestras vidas malviviendo, porque es lo único que nos llevamos de esta tierra, decimos, y es entonces cuando la muerte llega y te sorprende. ¡Me llamaste! ¡Aquí estoy! ¡Reclamándote!   La muerte no es justa ni injusta; es lo que es: es la muerte. Siempre dispuesta a hacer lo necesario para cumplir con su tarea. Su función es esencia...

Voces de la montaña

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La montaña, enrojecida a prima tarde, concibe que el sol de ella se despide, y por eso está dolida. No quiere verse dormida en los brazos de otro amor; le causa un hondo dolor tener que ser compartida. El día deja su guarida, y ella escapa con la noche; en su manto, como un broche, lleva su fe suspendida. La fauna, su compañía, entre sus alas dormidas, todas juntas y escondidas bajo la noche sombría. A salir al sol apura: ¡que con sus rayos penetre, como dedos en su vientre que bien moldeen su figura! Así es como, mientras tanto, se quiebra y se desconsuela; todo su cuerpo se hiela: su corazón y su llanto. Y en su torso, una fisura le parte en dos la razón; también muere la ilusión y agoniza en su amargura. Hay en su pecho violencia, y ella a la aurora persigue; sin gloria y con pena sigue, y sin cargo de conciencia. Con su creciente inocencia, su corazón, como un tonto, pide al día que vuelva pronto y perdone su impaciencia. Espera a la madrugada con ansias de ser feliz, y curar la ci...

Mujer de sal

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¿De qué está hecha la luna? —Preguntó alguien—. Es blanca como la sal, creo que de polvo está hecha —dijo otro alguien—, o de blanca nebulosa… Me da igual. ¿De qué está hecha la tierra? De cenizas arrastradas por el viento, de rocas, gases, lodos y de estiércol; también de estrellas rotas, fundidas por el tiempo. ¿De qué está hecha la mujer? ¡De todo un poco, creo! De mar, de ríos, de miel y sal, de sueños rotos y no rotos, de lluvias de deseos, de lágrimas negras y de cristal. ¿De qué está hecha la mujer? De melancolía y de tristeza, de añoranzas y anhelos, de noches turbias y oscuras, de tardes alegres, puras; de nobleza, dulzura y también de celos. ¿De qué está hecha la mujer? De humo, de estrellas, de sol, de luna y de arena, de luces y de sombras, de caricias, ternura y de heridas… muchas veces, hasta las venas. ¿De qué está hecha la mujer? Es obvio que ¡de amor!… Tierra de sal, estrellas de sal, luna llena de sal, mujer de sal, esencia del universo. Sin ti, el todo sabe a nada. A...

Del fanático sin camisa...

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... al toletero sin cabeza   Y se recalca la historia cuando en el banco se ven, prometen jugar ¡tan bien! y darle al equipo gloria. ¡Hasta llegar a la euforia!   Cuando les toca batear él en el plato se para, cuando el pitcher le dispara se empieza a descontrolar y el home quiere abandonar.   Con cuadre de toletero, pero su swing se va en blanco, más bien se parece un manco de los de talento cero. ¡Porque los hay con esmero!   El que no tiene talento, el fundillo se le quema esto parece un dilema pero me pone contento, tolete sin argumento.   No creas que soy embustero, donde hay dos o tres que aspiran siempre los malos conspiran para batear de primero. ¡Todo menos ser sincero!   Prometen para a ocupar los lugares importantes se pintan de tan brillantes y un buen puesto asegurar. ¡Y el bolsillo al reventar! ¡Ay, cuando son investidos! Todo cambia en un instante, se olvidan del caminante y en tronos bien escondidos, tienen todos sus diamantes.   Los hi...